El sistema ha fracasado

"Enseñar a creer en lo no real trae como consecuencia que no se crea en lo que sí es real"
José Luis Sampedro
Opinión del escritor y académico en TVE el 15 de enero de 2009

Crisis sin límite, guerra en puerta

Por Ana María Bebic
“Solo hay dos cosas infinitas, el Universo y la Estupidez humana, pero no estoy muy seguro de la primera,
de la segunda puedes observar cómo nos destruimos sólo por demostrar quién puede más”.
"No sé con qué armas se luchará en la tercera Guerra Mundial,
pero sí sé con cuáles lo harán en la cuarta Guerra Mundial: Palos y mazas."
Albert Einstein

En el presente ensayo pretendo demostrar que la actual crisis económico-financiera no es un hecho aislado en la historia del sistema capitalista. Las mismas tomaron un fuerte impulso a partir de la globalización en las comunicaciones, y están estrechamente vinculadas en un hilo conductor a través de los años al papel que ha jugado principalmente Estados Unidos y los países desarrollados. Cada vez son más frecuentes e implican un salvataje mayor en dólares de grandes corporaciones del sistema financiero y, en la mayoría de los casos, para salir de una economía en recesión se recurre a conflictos bélicos.

La generación de burbujas especulativas no comenzó en el siglo XX sino mucho antes. El peligro de esta práctica focalizada es la gran acumulación de capitales en pocas manos. Las crisis financieras en su mayoría son de índole especulativa e inherente al sistema capitalista.

En 1866 Londres era el centro financiero más importante del mundo. Cuando el banco londinense Overend & Guerney declaró su quiebra en 1866, bancos pequeños se derrumbaron ante la imposibilidad de conseguir fondos, aunque fueran solventes. El Banco de Inglaterra salió a proveer de liquidez durante la crisis evitando que nuevas entidades financieras entraran en concurso.

En 1890 ante la imposibilidad de pago de los préstamos adquiridos por Uruguay y Argentina a la Baring Brothers, el pánico vuelve a recorrer los despachos y un consorcio salió al rescate de la compañía bancaria comercial más antigua de Londres.

En 1929 luego de un ataque especulativo en la Bolsa de Valores de Nueva York, conocido como el “Jueves negro”, puso en riesgo la creciente industria automotriz como también a la actividad radial y cinematográfica. Finalmente se llegó al piso de valor de las acciones en 1932, para ese entonces la economía estadounidense se había reducido a la mitad y el desempleo había aumentado a un tercio de la fuerza laboral ocupada. La enseñanza que dejó esta crisis en el campo de los estudios económicos es que podía llegar a suponerse que el fin del capitalismo podía darse cuando una situación semejante en otro momento no pudiera controlarse.

Sólo 25 años después, con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial la economía global vuelve a los niveles anteriores a la crisis. La carrera armamentista sostenida por la Guerra Fría, la competencia por el liderazgo espacial y la larga guerra de Vietnam (1958-1975) provocó dificultades en la economía norteamericana lo que derivó en desligar al dólar del patrón oro produciendo la caída internacional de la divisa estadounidense respecto de otras monedas del mundo.

Ante la decisión de los países árabes agrupados en la OPEP más Egipto y Siria de no exportar petróleo a aquellos países que habían apoyado a Israel durante la guerra del Yom Kippur en octubre de 1973 (esta medida afectaba a los Estados Unidos y a sus aliados de Europa Occidental), los países miembros de la OPEP a partir de ese momento, y tras el fracaso de negociación con el G-7, utilizan su influencia para la fijación del precio mundial cuya consecuencia es la cuadruplicación del barril del crudo de octubre a diciembre de 1973 (de U$S 3,12 a U$S 12,47). El caudal de petrodólares producto de los altos precios del combustible es depositado en Estados Unidos y Europa provocando un exceso de divisas en el mercado financiero y la baja de las tasas de interés. Ante estas circunstancias, América Latina aparece como destino interesante de los fondos que pueden generar riquezas a los países centrales. El endeudamiento externo de los países de la región deviene en la crisis de la deuda de los años ochenta.

Por otra parte, producto de la desregulación del mercado hipotecario, entidades de ahorro y préstamo de Estados Unidos entran en crisis en 1985. Como los bancos con dificultades eran pequeñas compañías el rescate demandó 150.000 mil millones de dólares para tranquilizar a “los mercados”.

Hacia mediados de la década del 80 fueron introducidos los sistemas computarizados a la venta de acciones. Estos sistemas operaban las órdenes de ventas establecidas por las compañías de forma automática. Esta nueva modalidad provocó las peores bajas de las bolsas a lo que se sumó la desconfianza por el manejo de la información confidencial y los rumores del estancamiento de la economía estadounidense.

Tuvo que introducirse limitaciones al comercio por computadora y debieron permitir que las operaciones bursátiles se suspendieran por lapsos de tiempo corto ante la posibilidad de profundizar derrumbes tanto bancarios como de las principales empresas líderes que cotizaban en el mercado de capitales.

A finales de 1988 y comienzos de 1989 se instala una nueva burbuja especulativa en el mercado hipotecario pero ahora en el Reino Unido que culmina con la devaluación de la libra esterlina en 1992.

Para entonces, los analistas financieros y económicos afirmaban que debido a la interconexión mundial de las bolsas de valores, los cambios en la política económica de un país podían afectar los mercados en el mundo.

La crisis mexicana de 1994 fue el preludio de lo que ocurriría más tarde en la Argentina. Tanto sus causas como sus consecuencias fueron diseñadas por los mismos organismos, con las mismas políticas estandarizadas y con casi las mismas “equivocaciones macroeconómicas” aplicadas por sus gobiernos.

El efecto tequila condujo al efecto dominó, la sucesión de desplomes bancarios y la gran fuga de capitales continuó con una fuerte devaluación de su moneda reduciendo el salario real. A la precipitación financiera y las corridas bancarias se sumaron los quiebres de empresas aumentando la tasa de desempleo, podemos decir que por analogía el efecto Tequila ha sido muy similar al efecto Tango del 2001/2002.

La crisis asiática aparece en escena en 1997 como consecuencia de la devaluación de la moneda Tailandesa. La causa fue: la desaceleración de la economía, el déficit en la balanza de pagos, una moneda anclada al dólar, aumento de la desconfianza en la inversión privada, caída del crecimiento económico y aumento del desempleo; íconos de observación de los “inversionistas internacionales” que provocó la fuga masiva de divisas de los países de la región.

Para 1998 la crisis se propagó a Rusia y a Brasil. En el primer caso, cuando éste país dejó de pagar los títulos emitidos por el gobierno, y en el segundo, por el alto financiamiento externo para sostener la política cambiaria de paridad con el dólar y el crecimiento desmedido de importaciones financiado con crédito externo.

El paulatino aumento de la inflación y del déficit fiscal fueron los indicadores de problemas, al mismo tiempo que las reservas internacionales se iban agotando. En agosto, los inversionistas salieron de los títulos oficiales de estos países y buscaron refugio en los Bonos del Tesoro estadounidense.

Esta etapa significó el colapso del fondo financiero Long-Term Capital Market dedicado a la compra-venta de bonos. La Reserva Federal de los Estados Unidos propició un rescate, de U$S 3650 millones de dólares, reuniendo a los principales bancos que habían invertido en dicho fondo, pero no fue suficiente.

El derrumbe de las empresas virtuales (las compañías Punto Com), ocurrido a principios del año 2000 puso fin a otra burbuja especulativa financiera. Para octubre del 2002 el índice Nasdaq, conformado por las empresas de tecnología había caído el 78 % produciendo una fuerte desaceleración de la economía estadounidense.

De este lado del planeta, se restringió la extracción de dinero en efectivo de los plazos fijos, cajas de ahorro y cuentas corrientes. Medidas tomadas en la Argentina, conocidas con el nombre de “corralito”, para evitar la salida de dinero del sistema bancario que provocaría una “corrida” y el fin de la convertibilidad (tipo de cambio anclado al dólar estadounidense). Esto provocó el estallido social de diciembre del 2001.

El descontento social venía de la mano del proceso recesivo que había comenzado en agosto de 1998, ahogando el modelo importador de la década de los noventa, crecimiento de unos pocos sectores privilegiados con financiamiento externo, y el aumento sustancial de los servicios de la deuda.

Ante la solicitud del FMI de una política de ajuste para disminuir el déficit fiscal a cambio de un mega canje de U$S 30.000 millones de dólares que sostenga el pago de los intereses de la deuda externa y el drenaje sin precedentes de capitales hacia el exterior durante el transcurso del año, lleva a la suspensión de los retiros de las entidades bancarias.

La justificación del “corralito” fue que debía lograrse un mayor uso de los medios de pago electrónico para evitar la evasión impositiva, esta medida trajo como desenlace la implementación de la bancarización, negocio que el sistema financiero miraba con beneplácito.

Más cerca en el tiempo, la crisis originada en los Estados Unidos a comienzos del año 2007 se produce a consecuencia de los préstamos hipotecarios “subprime” que se habían entregado a personas consideradas de alto riesgo o ingresos bajos. Cabe destacar que el 98 % de la población estadounidense mantiene sus propiedades endeudadas con hipotecas, por ello el incremento de la tasa de interés variable a capital compuesto determinó para amplios sectores de la población el mote de “créditos tóxicos”, es decir, de difícil cobrabilidad.

Cuando el valor sobredimensionado de las propiedades comenzó a declinar, sus moradores advirtieron que debían pagar mucho más por lo que actualmente valían sus casas. Mientras las cuotas aumentaban los ingresos salariales no lo hacían al mismo ritmo y los habitantes dejaron de pagar. Hacia mediados de 2008 se hablaba de 1.200.000 inmuebles en vías de ejecución.

La situación económica financiera que están viviendo los países desarrollados cuyo epicentro se produce en los Estados Unidos con la explosión de la burbuja hipotecaria y que se expande al resto del mundo, es la versión amplificada de otras ocurridas con anterioridad tanto en la primera potencia mundial como en otras regiones.

La crisis de 1929 llevó a la segunda guerra mundial. La crisis actual que según algunos economistas ortodoxos no podía compararse con aquella, comienzan a dejar el discurso de lado y señalan que ésta no tiene precedentes ¿Qué significa esto? ¿Podemos inferir que es más grave y más significativa que la anterior? si es así me preocupa cómo va a terminar o a dónde nos puede arrastrar.

Escuchamos las noticias periódicamente acerca de la hecatombe financiera global, nos enteramos que General Motors, empresa trasnacional, que tiene un millón de trabajadores dependientes en el mundo, venía manteniendo ventas anuales comparables al total de las realizadas por Argentina sumados todos sus sectores productivos en igual período y que está al borde del colapso. ¿Cómo es posible que semejante monstruo industrial pueda derrumbarse? ¿Cómo es posible que ocho mil cuatrocientas entidades financieras, sólo en los Estados Unidos, están a punto de desaparecer?

Día a día vamos escuchando sobre las reuniones que tienen los diversos jefes de estado como el G-7, el G-20, el Mercosur, etc. y lo que les preocupa es ¿cómo enfrentar la crisis global? Y aparecen las propuestas salvadoras prometiendo el auxilio de las entidades financieras a través de la transferencia de miles de millones de divisas hacia los centros de poder financiero mundial para evitar el cataclismo.

Desconozco si es para bien o para mal pero parece ser que los movimientos contables vía redes informáticas de los fondos no llegan a tiempo.

La pregunta que han discutido los administradores de los diferentes países y regiones era si iban en pos del salvataje financiero o no. Reuniones melodramáticas de jefes de estado recorren las ignotas latitudes representando la parte del espectáculo que necesitan mostrar al mundo en el escenario que han montado con algunos fines sistemáticamente reiterados a lo largo del siglo XX.
Esta película ya la vimos, crisis que provocan lo que buscan: instalar el pánico en la población. La sociedad aterrada se retrae y como desconoce el andamiaje perverso de la manipulación financiera comentan con sus allegados ¿qué podemos hacer?, ¿cómo podemos cuidarnos o defendernos? ¿será buen momento para comprar un auto, una propiedad, electrodomésticos?

Ingenua población cuya salvación la encuentra en la posible adquisición de un producto. No vislumbra el fondo del modelo neoliberal, que como un castillo de naipes se derrumba frente a sus narices.

La sensación que nos invade es la misma de veces anteriores, no es que no pueden detener la quiebra de miles de entidades simplemente es que no desean pararla, solo desean controlar el desplome.

Al igual que en 1929/30 veremos en poco tiempo más los estragos que comenzará a dejar este sismo intrínseco al sistema capitalista, quiebras de empresas, desempleo, pobreza, hambre, etc. En aquel entonces los países del norte necesitaron reactivar la paupérrima actividad económica reinante y la mejor salida fue ir incorporándose como activos actores a la Segunda Guerra Mundial.

La industria bélica, el negocio más rentable del mundo, brindó un impulso sin precedentes y ofició como agente multiplicador de la actividad económica. Nuevas tecnologías, nuevos bombarderos, nuevas armas de destrucción masiva.

Fue peor el remedio que la enfermedad y el resultado concluyó con una Europa destruida, con millones de muertos, con pobreza y miseria, con habitantes huyendo a países lejanos, desconocidos, sin ropa, sólo unos pocos trastos, sin dinero, sin idea del país de destino, sin colectivos de contención que los recibiera. Como cayucos a la deriva.

Cuando el poder estadounidense decidió poner fin a la situación bélica, no encontró mejor solución que la financiación del Proyecto Mannhattan y la apropiación de los proyectos secretos alemanes para construir la bomba atómica que posteriormente utilizaría en Hiroshima y Nagasaki dejando cientos de miles de muertos, incapacitados, desolación, hambrunas, enfermos quemados por radiación, y otros muchos padeciendo cáncer.

La necesidad de perpetuar al enemigo mediante la Guerra Fría con los países del Eje necesitó de la carrera armamentista convirtiendo a EEUU en primera potencia bélica mundial, exportando armamento e inventando conflictos, liderazgo que hasta la actualidad no planea resignar. Con la aplicación de nuevas tecnologías desarrolló modelos impensados de vigilancia, persuasión y control mundial.

El advenimiento de la tecnología y la llegada de Internet en las décadas posteriores al conflicto bélico producen una revolución en el campo de las comunicaciones en los países del norte. El desmesurado crecimiento científico-tecnológico convierte a EEUU, Europa y Japón en países industrializados centrales abriendo la brecha con el resto de los territorios que pasaron a denominarse periféricos, por no contar con el desarrollo que los primeros experimentaban. Se profundizó aún más la división internacional del trabajo donde otra clasificación comenzó a nombrarlos como países ricos productores de valor agregado y países pobres abastecedores de materias primas.

Paulatinamente dadas las situaciones adversas de los países subdesarrollados o del tercer mundo y la incapacidad de sus gobernantes, comenzó la migración de los más talentosos científicos que había sido formada con los magros recursos que aportaba la sociedad de origen, hacia los centros del poder mundial.

Países expulsores de cerebros por negligencia y desidia de sus administradores, entre los que se encuentra la Argentina, no lograron realizar el despegue económico a tiempo transformándose en dependientes del primer mundo tanto tecnológica como financieramente.

La competencia por imponer sus productos llevó a la formación de bloques sin fronteras aduaneras y el fenómeno de la globalización comenzó a hacer estragos en los países no industrializados. Un plan perfectamente delineado de control total sobre las economías regionales.

El proceso globalizador se ha sostenido sobre dos importantes parámetros: el económico-financiero y el científico-tecnológico. La conexión de redes que atraviesan el globo, primordialmente entrelaza las comunicaciones, las noticias y la interacción entre las Bolsas de Valores, lo que da una velocidad sin precedentes para la toma de decisiones en las actividades económico-financieras.

Los mercados de capitales se encuentran conectados electrónicamente por teléfonos y computadoras durante las veinticuatro horas. Por diferencia entre usos horarios las computadoras reciben información de operar solas, en horario no laboral, hasta determinados montos o valores dependiendo si el valor de las acciones sube o baja, con lo que las empresas o entidades bancarias pueden encontrarse al iniciar su jornada con situaciones ventajosas o no, producto de las operaciones on-line de compra-venta realizadas durante la noche. Esta situación actualizó el proverbio chino de Efecto Mariposa que introdujera Confucio hace 2500 años, utilizado en las dos últimas décadas como metáfora en la economía que reza: "el aleteo de las alas de una mariposa en oriente puede provocar un terremoto en occidente ".

Las inequidades producidas por el avasallamiento de los mercados sobre las economías de las regiones o países, sumado el alineamiento de la dirigencia al discurso del pensamiento único, la malversación de los fondos públicos, y el convencimiento de la necesidad de financiamiento externo deviene en países funcionales a los intereses de las empresas transnacionales. A posteriori el retiro de “la inversión realizada” produce la sangría del país receptor quedando sus sociedades atravesadas por la violencia diaria donde la inseguridad no es motivo de preocupación de sus autoridades, con innumerables delitos y explosiones sociales, con sociedades atomizadas, conllevan al vaciamiento de palabras emblemáticas como República o Democracia, que ya carecen de sentido cuando no pueden resolver los problemas de la gente, conviviendo con el desorden cotidiano como forma habitual de vida, sin derecho a la paz social.

Crisis anteriores exhibieron protagonistas puntuales, dueños de capitales especulativos como: George Soros, EM y NML propiedad de Eliot y el magnate Kenneth Dart. Conocidos como “fondos buitres”, ordenaron un nuevo reordenamiento financiero mundial entablando juicios en tribunales internacionales donde tienen suficiente influencia para reclamar a los países por las deudas contraídas.

Y nuevamente una crisis. Dicen que la de ahora es “sin precedentes”, pero cada vez que hay una crisis oímos lo mismo. ¿Por qué?, porque cada vez las crisis son de una magnitud mayor. La burbuja económica-financiera-especulativa fue creciendo a través del tiempo, cada vez incluyó más países pero al mismo tiempo, en cada oportunidad, la cantidad de dinero volatilizado fue aumentando, por lo tanto, cada crisis es “sin precedentes”.

En esta última crisis el plan consistió en aumentar la burbuja inmobiliaria, al menos hasta que los mayores bancos y otros especuladores financieros consiguieran deshacerse de aquellos deudores tóxicos. Son expertos que ganan o ganan, y cuando pierden no son ellos los que pierden. Publicitan a través de los medios de comunicación el riesgo mínimo de tal fondo de inversión y la seguridad de altas rentabilidades, acumulando incautos para el despojo con el aval de economistas y periodistas de prestigio.

Especuladores que no crean riqueza, la compran. Presentan una verdadera ingeniería financiera que poco o nada tiene que ver con la producción de bienes y servicios. Así como inflan una burbuja y alzan castillos de naipes, que garantizan con espejismos y con humo en los caminos del mundo montados en su carro romano y acompañados por gobernantes de turnos. Resulta ser que, cuando las ganancias son suculentas el beneficio es privado, en cambio cuando se producen las pérdidas éstas de socializan.

Llegado a este punto los gobiernos se reúnen para acudir con medidas de salvación y evitar el efecto dominó. Y allí vemos que el “poder real” es solidario, es colectivo y cooperativo, imprescindible para salvar la “estabilidad mundial” y allí es donde comenzamos a darnos cuenta por qué era necesario combatir toda posible cooperación y solidaridad entre las personas, éramos simplemente parte de la planificación del orden mundial que había dejado para las poblaciones del mundo la atomización social, imposibilitándonos de cualquier tipo de reclamo o nucleamiento en pos de una defensa como hombres dignos.

Es un modelo para pocos donde la mayoría de la población mundial no participa del proyecto, quedan excluidos y son parias en un sistema de dominación en el cual el Cerebro del Mundo dispuso el gran genocidio mundial utilizando diversas vías. Así las armas de destrucción masivas surgidas de laboratorio y de la industria bélica, del agobio psicológico en la lucha de las “guerras preventivas”, de la destrucción ambiental, por nombrar unos pocos casos efectivamente probados corresponden a un único objetivo, la disminución drástica de la población mundial.

Entonces vemos que, los conflictos provenientes de la violencia o de la marginación y la pobreza, entre grupos de personas e intereses son problemas “internos” de los países sin ninguna conexión con el contexto internacional.

Cuando entran en colisión, por diferentes motivos, países vecinos a causas de la depredación ambiental producida por la instalación de empresas trasnacionales o problemas limítrofes, los diferendos son “bilaterales”.

Cuando se producen seudo ataques “terroristas” el problema es de los países que desean desarrollar armas bacteriológicas, en consecuencia comienza la justificación de la guerra preventiva, la que supone que ante la “posibilidad” de que otro estado pueda atacar a los Estados Unidos, éste puede atacar antes.

Cuando esto ocurre los mentores de la planificación siniestra no aparecen en escena, quedando desvinculados del imaginario colectivo y pudiendo continuar operando en un engranaje maquiavélico y perverso. Puede inferirse que cada vez que la economía de los Estados Unidos entró en problemas, en algún sitio del planeta se desarrolló un conflicto bélico.

Desde el año 2002 se encuentran en espera algunos posibles territorios a entrar en guerra con los Estados Unidos a saber: Corea del Norte, Irán, Venezuela e India entre los más publicitados.

En consecuencia, no considero que haya perdón ni condonación de deudas para las personas o países pobres. Sin embargo jamás faltarán los dinerillos para los especuladores que juegan a la ruleta rusa con la población mundial.

El panorama desolador del abandono de miles de millones de seres humanos, tratados como la escoria de un sistema, son llevados sin pausa a los enfrentamientos de pobres contra pobres en interminables conflictos armados, cientos de guerras civiles en toda la urbe, a una guerra sin fin. Escenario necesario para una intervención armada para “pacificar el territorio” cuando lo consideren conveniente.

¿Puede la población mundial esperar algo distinto a lo que ha venido ocurriendo?

La posibilidad de una alternativa más civilizada radica en cambiar la práctica rutinaria del sistema financiero internacional. Éste ha manipulado las economías de los países con “el libre juego del mercado del dinero”. La demanda solicita divisas en consecuencia el precio de ellas (la tasa de interés) aumenta sucediendo lo contrario cuando la demanda disminuye. Visto con esta simpleza, según las ideas de la teoría clásica, no habría objeción. Lo nefasto es que los préstamos o créditos se realizan a interés compuesto, donde tras cada período los intereses pasan a ser parte del capital generando nuevos intereses (intereses sobre intereses), el problema radica que cuando la tasa de interés disminuye no pasa lo mismo con la reducción del capital que anteriormente había aumentado por el mismo motivo.

Algunas voces de prestigiosos economistas se levantan en este sentido proponiendo que la salida a la actual crisis financiera global se encuentra en poner freno a la usura predominante, mantener una tasa de interés fija para las operaciones crediticias y desterrar la práctica de la tasa de interés variable. De esta forma habría previsibilidad en aquellas personas, empresas o países que requieran de financiación. ¿Será viable o por ahora es una simple utopía?

Considero que ésta posibilidad volvería a dar credibilidad al sistema financiero, pero además requiere pensar en un Estado controlador de la actividad especulativa y dirigentes con profundos valores éticos y morales al servicio del bien común. Sin estos elementos reiteradamente se estará comenzando… y los que sobrevivan cada vez serán menos. ¿Hasta cuándo?
Diciembre 2008