Por ANA MARIA BEBIC
Se dice que Sócrates iba a veces al mercado de Atenas,
miraba todo con atención y se iba sin comprar nada. Cuando le preguntaban la
razón de su actuar decía: "Me encanta ver tantas cosas que no necesito
para ser feliz".
Distintos
actores comprenden el estrato social de un país. Estos actores están
representados por aquellos que ofrecen productos o servicios para cubrir las
necesidades que la población demanda. La sociedad que consume esos productos es
un actor esencial, sin ella y sus necesidades el actor anterior no tendría
oportunidad de existir. El tercero es el rol que ocupa el Estado en ese juego
de fuerzas, entre productores y consumidores. En economía este juego es del
mercado, es decir a cuánto quieren vender los oferentes y cuánto están
dispuestos a pagar por esas cantidades la gente.
En
sociedades organizadas y estables, el Estado regula y controla las fallas
generadas por el mercado, por ejemplo el abuso de los monopolios fijando
precios elevados.
Cuando en
una coyuntura económica un proceso desestabilizante se va afianzando, la
economía hogareña en consecuencia se verá afectada. La reacción de cada
integrante del grupo familiar puede adquirir distintos comportamientos,
producto de su nivel cultural.
Así podemos encontrar
personas que realizan sus compras en el supermercado semanalmente o a
principios de mes, por costumbre o a medida que aparecen sus necesidades. Este
comportamiento hace que puedan ir comparando los precios de idénticos productos
adquiridos en diferentes fechas.
Otros,
realizan sus compras y las abonan en cuotas, lo que comúnmente se denomina
“tarjeteo”, sin gran seguimiento de los precios. Estos consumidores no llevan
un control estricto de sus gastos y el endeudamiento sistemático de sus consumos
es la consecuencia de la compulsión a gastar, sin tomar en cuenta los intereses
usurarios que facturan los entes financieros que los tienen atrapados.
No importa
si lo que se adquiere es prioridad o no, simplemente está allí al alcance de la
mano, y las excusas para adquirirlo sin necesidad son múltiples y variadas,
intrínseca al nivel de expectativas en cuanto a satisfacción de deseos y al
comportamiento compulsivo a comprar.
Esta
actitud, no desenmascarada a tiempo, puede convertirse en algo peligroso y
hasta patológico, poniendo en riesgo la economía familiar y de sus allegados.
Los expertos hablan de compra compulsiva como de un trastorno que se
caracteriza, básicamente, por una urgencia irresistible de compra masiva de
objetos superfluos.
Esta forma
de comprar se acompaña de sentimientos de ansiedad, irritabilidad y
nerviosismo, se encuentran ampliamente tratados dentro de la psicología
tradicional, y son consecuencia de otras carencias más significativas y
profundas.
Aquellos que
pueden encontrar el espacio para revisar sus gastos, suelen encontrar en los
últimos años incrementos sostenidos en altos porcentajes en variedad de
artículos, sobre todo en aquellos de primera necesidad, como son: el azúcar, la
carne, el aceite, la leche, fideos, arroz, harina, dulces, galletitas,
productos de limpieza y aseo, entre otros.
Pero no es
sólo en estos bienes que los aumentos de precios han hecho estragos, también se
observan en el valor de los impuestos (1), servicios (luz, gas, teléfono,
etc.), en la compra de automóviles, indumentaria y calzado, productos para la
construcción, electrodomésticos y muebles como los más comunes. El capítulo
referido a los valores inmobiliarios, propios de una burbuja especulativa,
quedan para ser analizados en otra oportunidad.
¿Cómo
podemos darnos cuenta, de una forma sencilla, que hay inflación? Simplemente
retirando dinero del cajero. Cuando los billetes que recibimos son nuevos,
indica que existe emisión monetaria. (2)
Cuando el
incremento de los precios comienza a ser un comentario común entre las
personas, el fenómeno ya no es desconocido. Intuyen que algo está pasando y
esperan medidas correctivas desde los administradores de turno. Cuando éstos
últimos niegan el fenómeno, cuando no lo enfrentan, la población con una relativa
cultura o por sentido común, busca dar respuestas a la incertidumbre que se
encuentra en ciernes sobre el futuro de sus ingresos, generalmente fijos y cómo
poder maximizarlos.
Los menos
informados, no reparan en un primer momento lo que acontece, sino que su primer
comentario puede ser “No sé en qué gasté este mes, el sueldo se me fue
volando”. A medida que pasan los meses irán tomando conciencia y agudizarán
sus observaciones al momento de tener que pagar sus productos.
Dice la
teoría económica: Inflación es el aumento generalizado de los precios de
bienes y servicios.
Como en
nuestro país, los servicios han funcionado de manera subsidiada durante muchos
años, con el fin del encauzamiento del andamiaje económico pos crisis
2001/2003, se continuó sosteniendo, en los últimos años, un relato negatorio
del proceso inflacionario.
Podía leerse
en los diarios la afirmación de algún funcionario público nacional referirse en
los siguientes términos: “Si los servicios no aumentan, en consecuencia no
se puede hablar de Inflación. Sostenían que no existía un “aumento
generalizado” porque una parte del juicio valorativo no se cumplía, en
apariencia, porque la inflación era sostenida mediante el aumento de los
subsidios.
Como no
existe educación económica de defensa de los consumidores, éstos se encuentran
atomizados, por lo tanto son presa fácil tanto de los abusos y especulación de
los formadores de precios, como de la inacción gubernamental y del abuso
usurero de los entes financieros. No saben cómo ejercer su poder de
compradores. El regateo no es una conducta que en nuestro país se considere
masiva, hasta podría decirse que no otorga status si alguien solicita una
rebaja de precio en la compra de un producto.
Los invito a
pensar que hubiese pasado si durante la última crisis especulativa de la yerba
mate, que tuvo su presencia hace unos meses atrás en los supermercados, la
población hubiera reaccionado suspendiendo inmediatamente sus compras de yerba
por uno o dos meses, sustituyendo o modificando sus preferencias por otro
producto, hasta que el mercado recuperara sus precios más asequibles. Esto por
supuesto no ocurrió. La población reaccionó vaciando las góndolas como si se
tratara del último frasquito de anestesia que había para la cirugía del
enfermo. La intervención del Estado hizo aparecer nuevamente la mercadería pero
la baja de los precios no se consideró significativa (3). El supermercado
obtuvo una información valiosa del comportamiento social. La gente masivamente
resultó adicta al mate y asustadiza ante la posibilidad de que este recurso de
“p
Los
problemas que trae aparejado la inflación son múltiples. Hasta acá podemos
decir que uno de los principales es la distorsión de los precios relativos. Por
eso es necesario contar con un Índice de Precios al Consumidor que mida
objetivamente el precio de los productos que integran la canasta básica. Los
precios de estos productos deben mantener una relación directa con el
incremento de los salarios. Los aumentos salariales, en nuestro país, no se
acercan a los valores reales de los porcentajes inflacionarios. El detrimento
de los sueldos se realiza debido a que los formadores de precios recargan sus
productos por estimación de un posible aumento de costos, de mano de obra, de
demanda o de expectativas. Desde este aspecto los salarios van quedando
relegados, disminuyendo el salario real. Cada vez la población irá adquiriendo
menos cantidad de productos de los que estaba acostumbrada a comprar.
Si bien la
sociedad en su conjunto es afectada por la suba de precios, algunos de sus
integrantes la padecen más que otros. La inflación afecta fundamentalmente a
los más vulnerables: población con escasos recursos, jubilados y pensionados,
allí es donde se observan los mayores desajustes a los ingresos familiares y es
una de las causas de la generación de pobreza, cuando no pueden acceder a la
compra de medicamentos o cubrir la canasta básica diaria.
Otra
consecuencia que no debe despreciarse para su análisis es que el proceso
inflacionario no permite contar con un año base como referencia y punto de
partida en la confección del Índice de Precios al Consumidor, que sirva para
comparar años sucesivos. En pocas palabras, no resulta un indicador válido.
Como
consecuencia de un proceso de deterioro del valor del dinero de curso legal, el
peligro de negar la inflación y no tomar las medidas para revertirla, conduce
inexorablemente a la incertidumbre, la desconfianza pública, la pérdida de
inversiones y la hiperinflación.
El mundo
cambia y también se modifican los conceptos que se relaciona a un tema como el
aquí tratado. En 1956, Phillip Cagan escribió el libro "The monetary Dynamics of
Hyperinflation" (La evolución monetaria de la hiperinflación), obra
considerada por muchos como el primer estudio serio sobre la hiperinflación y
sus efectos. En este libro se define hiperinflación como una tasa de inflación
mensual de al menos un 50%.
Pero, en
abril de 1989 se aprobó la norma de contabilidad internacional N° 29 que rige
para las economías hiperinflacionarias emanadas de la Unión Europea. El International
Accounting Standards Board (IASB) considera que existe hiperinflación cuando la tasa acumulada de
inflación en tres años se aproxima o sobrepasa el 100 %. Con lo que modifica
cuantitativamente lo sostenido en el párrafo anterior. El poder de negociación
de los bloques económicos define el camino a los países menos desarrollados y
en función de ello establecen sus estrategias de inversión e intercambio
comercial.
Otras de las consideraciones que establece esta norma
internacional para considerar un proceso de estas características surgen de las
siguientes observaciones realizadas sobre el comportamiento de los consumidores
(adaptadas y adecuadas a simples ejemplos para su comprensión):
- Los ingresos de las empresas y los salarios
recibidos por los trabajadores son gastados inmediatamente, con el fin de no
perder poder de compra.
- La población, ante la incertidumbre que le genera la
pérdida de valor de su dinero lo cambia por una divisa extranjera relativamente
estable. Por ejemplo dólares, euros, etc.
- Los precios se fijan a precios de la moneda estable.
Por ejemplo el valor de las propiedades en dólares.
- Las compras y ventas a crédito se aumentan en
función de la tasa de inflación esperada, para compensar la pérdida sufrida por
el aplazamiento del pago o cobro.
- Las tasas de interés, salarios y precios se ligan a
un índice de precios. En este punto hay que comparar la tasa de interés anual
(4), el porcentaje anual de aumentos salariales y el porcentaje de aumento de
precios.
Este
comportamiento en los diferentes niveles sociales aparece como una reacción en
defensa de sus ingresos o ahorros, ante la minimización del problema por los
administradores de turno. Se denomina comportamiento racional de los
consumidores y operan atomizados, aunque todos en mayor o menor medida tienen
una cultura económica básica o que el sentido común les dicta los pasos a
seguir.
Una hiperinflación puede surgir por la decisión de un
Gobierno de imprimir nuevo dinero sin ningún tipo de respaldo con objeto de
autofinanciarse (5).De esta forma podrá hacer frente a sus obligaciones y
gastos sin tener que subir los impuestos: pagar a sus funcionarios, amortizar
la deuda pública, cubrir déficits de empresas estatales, etc.
Este último párrafo puede ser la respuesta a la
pregunta: ¿por qué algunos gobiernos no realizan una
corrección rápida ni bien se detecta un brote inflacionario?
Dejo a los
lectores, la reflexión final de acuerdo a los porcentajes presentados, para que
cada uno realice sus propias conclusiones respecto del momento actual que
vivimos y cuál son nuestras verdaderas necesidades al momento de consumir. De
todos modos, el efecto inflacionario es complejo, aquí solo se invita a
desarrollar el pensamiento crítico.
19 de agosto de 2012
Referencias:
1--La presión tributaria total en Argentina llegó a 37
% del PBI, según un informe elaborado por el Ieral de la Fundación
Mediterránea. Esta misma presión tributaria era del 20 % en el año 2000, es
decir que casi que se duplicó en 12 años. (Inversor Global 14/8/12)
2--El Banco Finansur estima una emisión monetaria del
Banco Central de la Rep. Argentina del 40% para el corriente año (778/12)
3--La yerba, en el último año tuvo una suba promedio
de precio del 66 %, cayò un 3,8% en volumen en el mismo lapso por restricción
del consumo (Clarin: "Los consumidores castigan a los productos que
aumentan" - 13/8/12)
4--Tasa de interés para préstamos personales según el
Banco Nación 47,17 % (TEA) (17/8/12)
5--En el primer semestre, el resultado primario de las
cuentas públicas (antes del pago de la deuda) registró un rojo de $ 1.078
millones algo que no sucedía desde 2002 (Diario Perfil: "Un shock de
emisión para salvar el año" - 19/8/12)